Entra en mi mente...

En un mundo lleno de cosas vivas y palpitantes es imposible guardar todos mis pensamientos para mi...

Es por eso que e decidido...compartirlos...

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Atte Initius E. Lucis

Detras de la escalera (cap. III)

Author: Gen ~ /

III. Ángel y Árbol

Paulo se sentó y miro a su alrededor, habían muchas colinas de mullido y brillante pasto verde, todas estaban vacías, ni una flor ni un árbol ni nada, el verde pasto se extendía liso como una alfombra, menos en una, en la que parecía la mas alejada de las colinas se divisaba un grande y viejo árbol sin hojas y una estatua con grandes alas abiertas. Paulo lo reconoció como el escenario que había visto desde el gran ventanal en el salón aburrido, se puso de pie y caminó en esa dirección, Hanngrell el niño-sombra había quedado en el piano allá arriba, Paulo alzó la vista, pero casi no se distinguía lo que había más allá de las esponjosas nubes, su sombra no decía nada, el piso no emitía sonido alguno, era como caminar por una mullida manta, Paulo solo escuchaba su respiración lenta y pausada, a Paulo le gustaba la tranquilidad.
Caminaba sin prisa y demoró un poco en llegar a su destino, allí se giro en busca del gran ventanal y allí estaba, muy lejano como incrustado en una colina especialmente alta. Paulo se sentó en el banco de plaza junto al árbol y delante del ángel. Paulo era un niño tranquilo no le gustaba mucho exaltarse a diferencia notable de su sombra que extendida a sus pies dijo con aire enojado
- si crees que me quedare aquí para siempre estas equivocado…-de pronto Paulo sintió un impulso que si bien movió su cuerpo, con autorización no fue. Sin querer Paulo se levanto del asiento, giro 3 veces a la izquierda, corrió adelante y volvió.
- es agradable hacer esto, nunca lo había intentado, lo haré mas seguido…
- oh claro que no- dijo Paulo y sobando sus brazos y su cuerpo como si sacudiera tierra de su ropa se despojo de su sombra, así es, la saco de sí, ahora había algo exactamente como el parado a su lado, y no estaba pegado a sus pies.
- ¡¿Qué cosas?!-dijeron a coro con voces idénticas. La sombra comenzó a correr hacia allá y acá con los brazos en alto, girando, cayendo, saltando y gritando.

Paulo lo miró un minuto en silencio. Desvió la vista hacia el ángel, ni siquiera lo había mirado, se subió a la banca para mirarlo mejor, era de piedra blanca, tenia rizos en la cabeza y manos delgadas, llevaba una túnica que le cubría del cuello a los pies, su rostro era bondadoso tenia ojos grandes que parecían brillar a pesar de la piedra, labios finos que dibujaban una leve sonrisa y nariz recta y elegante. Quedó embelesado, sin darse cuenta se había subido a la parte más alta del respaldo de la banca para mirar su rostro mas de cerca, las secas ramas del árbol estaban muy cerca, Paulo se apoyaba con una mano en una gruesa y oscura rama y con la otra en el hombro del ángel, volvió a mirar sus ojos de pronto el ángel grito con una voz chillona y alocada

- ¡¿QUIERES ENTRAR?!
- Yo…eh…-pero antes de responder, el ángel lo había tomado por los hombros i lo había puesto en el centro del árbol que se abrió y lo dejo caer por una especia de gran tobogán muy oscuro.

A Paulo, que le gustaba la tranquilidad esto lo desconcertaba un poco, pero solo quedaba esperar llegar a otro lugar.

Cayó por fin pero entre ramas y hojas llegó al suelo lleno de rasguños y arañazos, se puso de pie sobándose la espalda había caído entre raíces y piedras, avanzó un poco, el suelo se hundía al pisar como una cama elástica y Paulo daba pequeños saltos para hacer que el suelo temblara.

- es por la raíces- dijo una dulce voz de niña detrás de el
- ¿ah?- dijo Paulo y se volvió. Frente a el había una niña como se su edad, con pelo largo hasta el suelo de muchos colores brillantes, vestía de negro y era pálida como el azúcar, llevaba paletas acarameladas en cada mano y una pequeña montaña de pastillas y dulces la seguía de cerca como si ella fuese un imán. Paulo pensó que debía ser su sombra.
- Que es por las raíces que el suelo es así, además si yo fuese tu no haría eso, allá abajo viven pequeñas personitas…
- OH… esta bien- Paulo era un niño de pocas palabras y muy obediente.
- ¿quieres?- dijo ofreciéndole la paleta que sostenía en la derecha. A la invitación las tripas de Paulo retumbaron, había perdida la naranja quien sabe donde y cuando, el no se había dado cuenta.
- Mmm, bueno- su madre decía que comer dulces en la noche hacia mal, pero ella no estaba allí, además, recién arriba en el árbol era de tarde.

El bosque estaba rodeado de oscuridad, árboles y silencio, tomo un caramelo con forma de limón y lo llevo a su boca, la niña lo miraba con ojos ansiosos y brillantes.

- yo soy…Paulo- dijo con la boca llena y le extendió la pegajosa mano
- Sunniby, mucho gusto- y le dio un fuerte apretón, costo un poco separar las manos, cuando lo lograron siguieron comiendo en silencio. Por fin alguien tranquilo que no hablaba sin motivo.

Comieron mucho rato en silencio. Eran las 5:01 AM, Paulo pensó que su abuelo dormiría hasta el medio día como siempre, de ser así tenia mucho tiempo por delante.

- y ¿Qué haces por aquí niño? No siempre hay extraños…- dijo Sunniby con una voz que sonaba pegajosa.
- Mmm, en realidad no lo se…
- La ultima vez que alguien vino fue hace mucho, también era un niño como tu…el perdió su sombra por aquí pero la encontró, y perdió otra cosa también, algo que no era suyo, y nunca mas volvió.
- Ohm- dijo Paulo casi atorado por los dulces
- Ven vamos a conocer al Viejo…te va a caer bien

Lo tomo de la mano y comenzó a caminar por el camino, ella saludaba a pequeñas mariposas brillantes que revoloteaban…una en especial los seguía de cerca. Paulo pudo ver que las mariposas no eran sino pequeñas personitas con alas, la que los seguía llevaba algo en su pequeña mano que cada un rato miraba y decía para si:

- que bella que soy, adorable nena, mas hermosa que nadie, no existe nadie como tu…

Paulo pensó que debía ser un espejo…la personita también saludaba a las otras que revoloteaban y hacia el suelo también porque habían personitas caminando por ahí, no tenían alas pero eran igual de brillantes. La que los seguía pronto se poso en el hombro de Paulo y le dijo:

- ¿verdad que soy bella? ¿Verdad que si?- Paulo la tomo en su mano pegajosa y la miro de cerca, era extremadamente pálida, tenia el cabello rubio y ondulado y lo que pensó que eran alas, era algo parecido a una flor de origami pegada a su espalda, ella seguía admirándose en el espejo.
- Si, bueno, en realidad eres muy hermosa- dijo con una gran sonrisa en la cara y un poco colorado. Sunniby lo miraba en silencio. Lo tomo de la mano y le dijo:
- Vamos donde el viejote- y como Paulo era obediente se dejo arrastrar. Llegaron a un claro en el bosque, en el había una casita pequeña y gris, el sol brillaba en lo alto. Paulo pensó que como arriba en el prado verde el sol acababa de ponerse, debía de haber llegado aquí abajo, Paulo miro a su alrededor, era un niño sin sombra, pues esta lo había abandonado arriba. Caminaron hasta la casa.
- Oh, olvide mi llave- dijo con voz dulce y preocupada
- Yo tengo una llave por aquí- dijo Paulo tratando de ayudar-quizás sirva-la sacó era dorada y brillante, larga y fría y tenia grabados por muchas partes, no servia.
- Mmm, creo que tengo una mas en mi casa, vamos- caminaron de nuevo al negro bosque, allí entre los árboles había algo que no había notado antes, una negra y brillante casucha como de charol. Entraron, había muebles de todos los colores existentes, muchos dibujos en la pared y sillones esponjosos como las nubes.
- Aquí esta- dijo y salieron de nuevo.

Entraron pronto a la casa del claro, era pequeña también y todo parecía estar hecho de madera la chimenea estaba encendida y en una mecedora un hombre calvo se mecía.

- hola viejo, vine- dijo Sunniby- este es Paulo, me lo encontré en el piso del bosque- el viejo lo miro con rostro serio, se levanto de su silla y se acercó a pocos centímetros de su cara. Era bajito y rechoncho, tenía mejillas coloradas y ojos negros, en la calva cabeza tenia un dibujo un libro negro con dibujos en sus tapas.
- Buenos días señor- dijo Paulo
- Te pareces mucho a el- dijo sin atender al cortes saludo- creo que hasta eres el, si, si seguro que eres el.
- No entiendo que me dice señor- dijo Paulo desconcertado.
- Lo que pasa- comenzó Sunniby- es que el sabia todas las historias del mundo y todas las cosas acerca de el, entonces un día, el tenia tantas cosas en su cabeza que le comenzó a doler, porque habían muchas cosas y poco espacio, entonces decidió sacarlas de allí y ponerlas en un libro, porque es allí donde deben estar las historias, y así lo hizo y un día vino ese niño que quería saber todo del mundo y todas sus historias, y como este viejo es muy simpático, se lo prestó y le dijo que volviese al atardecer con el, y el niño se fue a leer por ahí, y volvió al atardecer, encontró su sombra y una llave en el bosque que dijo seria su tesoro por siempre jamás, pero perdió el libro y se fue, y como esta perdido ya nadie sabe donde lo dejo, y el viejo aquí quedo sin todo lo que ya sabia y tuvo que comenzar a aprender de nuevo…
- Oh…-dijo Paulo que era de pocas palabras, si quiere yo podría buscarlo…pero si nadie tiene una idea de donde estará, creo que poco puedo hacer.
- Yo escuche una vez que lo había perdido en la ciudad de los árboles, pero nadie va allí desde hace muchos años, creo que no se hacia donde está- dijo el viejo.
- Vamos entonces- dijo Paulo y salio con Sunniby.

Afuera, de la casa había un sendero que llevaba al resto del bosque. Era el único camino que se podía seguir así que lo siguieron, pues Paulo sabia que los caminos llevan a algún lado siempre. Y llegaron al bosque y en la entrada había un cartel que decía.

CIUDAD DE LOS ÁRBOLES -->
Tenga cuidado con el guardia y los mosquitos.
<--VALLE SUSURRO
No lleve ninguna almohada, ¡Hay muchas por el camino!


- Bueno, creo que encontrar el camino fue fácil- dijo Paulo sorprendido.

Caminaron un poco en esa dirección, pronto se encontraron un río color lila claro, era angosto y bajo, por lo que solo tuvieron que mojar sus tobillos, que quedaron tan lilas como el agua. Más adelante había árboles y más árboles. Entonces algo se movió entre los arbustos, Sunniby le apretó muy fuerte el brazo a Paulo. El se acerco al arbusto para mirar, la curiosidad de un niño es más grande que el miedo, y el frío y el hambre, movió las ramas y encontró un ser del porte de un perro, pero era ¡un mosquito! Entonces Paulo pensó que debían hacer caso al cartel y tener cuidado con los mosquitos. Entonces la poca luz que había se apagó y Paulo no podía ver ni la punta de su nariz.

- ¡QUIEN ESTA ALLI!- dijo una voz retumbante
- ehh…ssom…os Paulo y Sunniby
- ¡Y A DONDE VAN!
- Mmm…a la ciudad de los árboles
- ¡Y QUE HARAN ALLI SI USTEDES NO PARECEN NADA PARECIDO A UN ARBOL!
- Buscamos algo que se nos perdió
- ¿Ah si?- dijo la voz un poco mas calmadamente, entonces encendió la luz y caminó, era un hombre pequeño vestido de smoking negro, Paulo pensó que parecía un pingüino, tenia el ceño fruncido y poco pelos en la cabeza- pues a mi también se me perdió algo- hablaba retumbantemente aunque hablara bajito, parecía que tenia un amplificador en la garganta o algo- quizás puedan ayudarme a encontrarlo, si no, no pueden entrar a la ciudad.

Paulo pensó que el cartel se equivocaba en lo del guardia, no era nada temible.

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