Entra en mi mente...

En un mundo lleno de cosas vivas y palpitantes es imposible guardar todos mis pensamientos para mi...

Es por eso que e decidido...compartirlos...

Gracias por leerme, Disfruta.

Atte Initius E. Lucis

Cocain Girls (Capitulo IV)

Author: Gen ~ /

Los días siguientes pasaron tranquilos, aunque nadie en todo el edificio parecía darse cuenta de mi existencia además de Milene. Iba a clases sin hablar…comía sola, y subía a diario a la azotea a mirar el cielo y pensar.

Una noche…a eso de las 8, recogí mis cosas y fui a las duchas. Me desvestí con lentitud, hacía mucho frío. Los baños era una estancia casi tan grande como el gimnasio, hileras de duchas divididas por una pared, sin puerta, dejé mis cosas sobre una banca y entre a la ducha, habían habilitado el agua caliente por el invierno, me reconfortaba mucho ducharme, me sentía casi como en un hogar, bueno que, aunque no lo quisiera ese lugar sería mi hogar por mucho, así que era un buen indicio. Me tomé mi tiempo, luego salí, unos pasos un par de hileras más atrás, yo me seque rápido y comencé a vestirme, no llevaba más que la ropa interior cuando tres chicas, que eran de mi clase aparecieron al comienzo del pasillo. Estaban con uniforme aún, pero incluso con él se veía el estilo que cada una lucía, estaba Nancy, llevaba botines industriales, y muñequeras con puntas, el pelo morado y rosado recogido en una cola, la cabeza rapada a ambos lados y muchos pircings, nunca había hablado con ella, pero me miraba constantemente cada vez que me la topaba, a su derecha una chica alta y muy rubia, su pelo llegaba hasta la mitad del muslo, llevaba los ojos verdes pintados totalmente de negro, y las uñas negras también, no conocía su nombre, pero la reconocía de los pasillos, y me parece mucho de mi vida de antes también, y a la izquierda una joven más o menos de mi estatura, Victoria, de pelo extremadamente corto pegado a la cabeza, labios rojos y piel muy blanca, casi transparente, llevaba las muñecas adornadas con cortes tiernos y brillantes, igual que las rodillas, llevaba zapatos de charol muy brillantes. Me miraron un minuto, luego Nancy dijo:

- Así que eres la nueva…aún no te hemos dado la bienvenida pequeña- avanzaba lentamente hacia mi, meneando tras de si su cola de caballo- es totalmente inapropiado que andes por ahí…sin estar aceptada- sonrió, y sus dos escoltas se miraron entre si. Yo estaba muda…me protegía torpemente con la toalla, y esperaba lo peor.
- Eres mas bonita de cerca- dijo acercándose de prisa, quedó a un palmo de mi cara y me rozó suavemente la mejilla y el cuello- esperé para hablarte… solo para ver como reaccionabas aquí, pero he notado que no haces nada, y no hablas con nadie.
- Eso puede ser porque, nadie parece fijarse en mi…a quien quieres que le hable- respondí, con un arrebato de frustración que salió de mi.
- Bueno, necesitas a alguien por aquí, Milene…digamos que no es suficiente para sobrevivir, llevas una semana me parece…ya es tiempo de que elijas un camino, o alguien vendrá y no será tan amable como yo.
- Yo pensaba que venias a darme la bienvenida…
- Justo a eso vine… seré sincera hay muchas que no te quieren aquí, es normal…no puedes juntar a cinco mujeres sin esperar una riña inmediata, vine a ofrecerte…como decirlo… protección y te vale aceptar, porque no veo que nadie mas te ofrezca nada- dijo seria, con media sonrisa pegada en la cara, y los ojos fijos en mi.

Las otras dos se acercaron a mi, una a cada lado…y acariciaron mis brazos, lentamente, sin decir nada, en ningún momento.


- Has demorado más de lo normal- dijo Milene sin apartar la vista de su cuaderno de dibujo.
- Me he topado con alguien en el baño- ahora tenia toda su atención.
- ¿Con quien?
- Nancy…y otras dos
- Hum…que quería de ti?
- Que me juntara con ella
- ¿Qué has dicho?
- Nada…pero creo que lo han tomado como afirmativo…
- Estas jodida…- dijo divertida
- ¿Y eso, porque?-
- Dime algo…fuera de aquí, ¿eras una mujer normal?
- Depende de donde mires, pero supongo que si
- Ya no lo serás mas…no me hables de ella, y no le hables de ella a mi, ¿entendido?
- Si tu lo dices…
- Sácate la polera…
- ¿Perdón?- dije acalorada y sorprendida
- He estado dibujándote, tienes lindos hombros, y quiero verlos.

Obediente, me quité la polera, busqué mi bolso y me senté en la cama para que pudiera verme… me concentré en mi bolso, era mi mundo allí, tenia un cuaderno donde pretendía escribir cosas importantes de la vida, tenía fotografías, y mi cámara digital, con la memoria repleta de fotos privadas, recuerdos y tesoros, que me hacían seguir fuerte, y no sucumbir a lo que antes me había echo tanto daño, cosas como las rosadas cicatrices de Victoria. Hace días que no miraba dentro de mi bolso. Empecé a pasar las fotos, allí estaba yo con mis amigas en el cerro, con mi gato negro, con mis amigos, con mi jefe, con el mar, en una sala horrible con poca ropa, estaba durmiendo en una cama desordenada, y en muchas cosas más que no me gustaba recordar, pero que necesitaba estuvieran allí…


Al día siguiente, Nancy me paró en el pasillo.

- Hola linda…que tal tu noche, pensaste en nuestros ofrecimientos?
- Si…creo que…acepto, necesito una vida…aunque sea dentro de esta cárcel…
- Muy bien…- dijo muy sonriente, luego me tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los míos, me arrastró hasta el aula, y me sentó junto a ella, atrás de las otras dos de la otra noche.
- Así que ha aceptado, buena elección- dijo la rubia, con voz raspada y un leve acento extranjero- Me llamo Astrid…
- Un gusto mademoiselle- dijo Victoria, con una voz dulce, me tomó suavemente la mano, con su mano fina y transparente, y besó mis nudillos, sonriendo y sin dejar de mirarme a los ojos
- Ahora, todo será mas fácil querida- dijo Nancy, acariciando mi pelo desordenado.

Si, todo fue más simple. Pero un poco… desconcertante. Junto con ellas nadie tampoco me hablaba demasiado, pero al parecer me tenían algo como respeto, no me empujaban más, ni me miraban curiosamente, y hasta me saludaban en los pasillos. Poco a poco comprendí que Nancy, se encargaba un poco del mercado negro del que me había hablado Milene, hasta el momento, yo comprendía el sistema como un colegio más, pero me equivocaba, era solo una cárcel con un poco de confianza hacia las internas, y por ende las internas tenían necesidades, especiales, bastantes seguían siendo alcohólicas, drogadictas o adictas a otras actitudes, especialmente infringirse dolor, no aceptaban obviamente objetos punzantes ni armas, pero Nancy, sabia como conseguirlos, siempre la visitaban, un par de mujeres y un joven poco mas adulto que nosotros. Para mi, que pretendía alejarme de “los malos pasos” era muy difícil, cuando en la habitación de Nancy con Victoria nos reuníamos, para separar la mercancía, para poder distribuirla, y por frente de mis ojos pasaban los licores y drogas que me habían acompañado hace poco menos de dos años y habían controlado mi vida. Debo admitir que caí en lo mismo, y no me importó. Pero eso era en el piso tres, habitación 303.

En la mía, todo iba bien, con Milene nos entendíamos cada vez mejor, ella no sabia nada de lo que yo hacia fuera, yo la sentía casi como a una madre, a la que debía mentirle, para que no me castigara. Conversábamos a veces toda la noche, y más de una vez ella vino a dormir conmigo porque tenía pesadillas, me sentía a gusto con ella. Conocio mi vida pasada y yo un poco de la de ella. A menudo también conversábamos con dos chicas de nuestra edad, que estaban dormían en la habitación que daba a la nuestra en el edificio del frente, que resultó ser también un reformatorio de mujeres, hablábamos por ventana y nos lanzábamos aviones de papel.

Ya me había acostumbrado a la vida en la cárcel, después de todo no era tan horrible.

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