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Atte Initius E. Lucis

Un gran árbol de verdes hojas... (II)

Author: Gen ~ /

En alguna parte del camino, tuvieron que esconderse, de un grupo de hombres desconocidos que corrían sin parar, desde las sombras, Bladimir y sus hombres los observaron. Eran hombres grandes, cada uno llevaba una armadura y un casco diferente con cuernos y espadas tan largas como uno de los hombres de Bladimir. Mucho rato después, seguían ocultos en las sombras, Bladimir quería a sus hombres como a su propio hermano, y tenia que cuidarlo, llegada la noche, o eso supuso Bladimir, continuaron su camino por el frondoso y oscuro bosque.

Pasaron días y días, cruzaron bosques, ríos, lagos, bordearon montañas, escalaron y nada, el gran árbol majestuoso no aparecía. Los ánimos de encontrar la gloria decaían, y sus hombres estaban exhaustos. Una noche que acampaban, Bladimir decidió hacer una asamblea con todos sus hombres y dijo:

- Hombres, su lealtad es incondicional y lo veo, pero veo también sus caras cansadas y sin ganas, quien quiera seguirme Hágalo, quien no y desee volver a casa con su familia es libre de hacerlo. Son grandes hombres y podrán reconocer el camino a casa. Que los dioses los amparen!

Hubo una ovación inmensa que hizo despertar el bosque en esa oscura noche, celebraron la cordura y el liderazgo de su mayor Bladimir.
Por la mañana, limpiaron todo, y los diez hombres más leales y valientes siguieron a Bladimir, mientras todo el resto de valientes tomaron el camino contrario.

Pasaron mas prados verdes y paisajes hermosos, días y más días.

Entonces un anochecer, en un sendero rodeado de verdes pastos brillantes y lisos aparecieron pequeñas manchas de luz, que revoloteaban a su alrededor haciendo ruidos fugaces y hermosos. El sendero era tan largo como una ciudad, y en el camino pudieron observar que no eran solo manchas de luz, eran personas, muy pequeñas y aladas, eran hadas.

Las hadas se compadecieron de estos hombres agotados y desdichados, y les ofrecieron comida, bebida y un sueño fortalecedor. En la mañana, Bladimir y sus hombres despertaron confusos, se sentían como nuevo, pero no tuvieron ni la menor idea de porque, ya que las hadas obran pero en silencio y no dejaron que lo recordaran.

Mas adelante en el sendero, se adentraron en otro frondoso bosque oscuro, como tantos habían cruzado ya, pero este bosque tenia algo diferente, una atmósfera tranquilizadora, que hacia pensar que todo estaría bien. En lo más espeso del bosque, la oscuridad era casi total, todos sus sentidos se agudizaban y a Bladimir le parecía escuchar los corazones de todos sus hombres palpitando bajo la piel. Entonces un resplandor surgió de los árboles, se movía delante y detrás de ellos con una rapidez impensable. Bladimir y sus hombres alarmados se armaron de valor y sacaron sus espadas y hachas preparados para la batalla, pero de pronto el resplandor cesó su baile impasible y se detuvo frente a ellos entre dos árboles especialmente grandes, el resplandor bajó y todo el bosque comenzó a iluminarse de una tenue y anaranjada luz. Donde antes estaba el gran resplandor estaba ahora una hermosa mujer alta y delgada. Bladimir y sus hombres se acercaron a ella, todos embobados por su perturbadora belleza. Frente a ella pudieron observarla. Era tan alta como uno de los hombres de Bladimir, su cabellera rubia y ondulada caía sobre su pecho hasta las caderas y dos orejas finas y puntiagudas sobresalían de su cabeza, sus ojos plateados transmitían una paz increíble e iba vestida con una túnica blanca y resplandeciente que tapaba todo su cuerpo delgado, desde las mantas brillantes, levantó lentamente una mano pura y delgada y le hizo señas a Bladimir para que se acercara.

Bladimir estuvo a un palmo de ella, no podía dejar de mirar esos ojos infinitos. Pensó entonces que tanta maravilla solo podía decir una cosa, debía de estar cerca. Seres hermosos protegían la sabiduría y la gloria del árbol majestuoso. Estos son los seres hermosos. Entonces la hermosa mujer que seguía mirándolo sin parpadeo, le acarició el pelo y asintió lentamente, casi imperceptiblemente, pero Bladimir supo que iba por buen sendero. Entonces cuando abriría su boca para pedirle que lo guiara, toda la luz desapareció y todo se hundió en la oscuridad total y la mujer desapareció.

Pasaron la noche en la oscuridad alertas.

Por la mañana, se levantaron y anduvieron y anduvieron, pero el bosque infinito y oscuro no terminaba. De pronto sin previo aviso fueron atacados, se defendieron como pudieron, Bladimir no pudo reaccionar bien, entre la sangrienta lucha pudo observar que eran simplemente hombres, cubiertos de brillantes armaduras.

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