Entra en mi mente...

En un mundo lleno de cosas vivas y palpitantes es imposible guardar todos mis pensamientos para mi...

Es por eso que e decidido...compartirlos...

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Atte Initius E. Lucis

Cosas de un sueño... (II)

Author: Gen ~ /

Es imposible concentrarse durante un día normal cuando algo, ya sea real o no, le deja a uno marcado. Sara, es una joven especial, amante de lo raro y paranormal, y para ella es normal emocionarse un día entero por un solo sueño, en la tarde de vuelta en su cómoda habitación, todo había desaparecido.

Tratar de conciliar el sueño luego de una película de terror y un trozo de libro bastante perturbador le llevó no menos de media hora….

Ahora estaba en un prado verde surcado por pequeñas florcillas amarillas y bañado por una brisa refrescante, no supo que hacer, el sueño no parecía avanzar y se sentía extrañamente conciente tal cual que en su sueño anterior, se dejó caer en la fresca y blanda hierva esperando que algo sucediese o solamente despertar a la horrible realidad. No lograba articular pensamiento. De pronto, un árbol nació de entre la fina hierba lentamente hasta tapar el sol, detrás de él apareció, nuevamente él, vestido de blanco perlado, con su brillante pelo hasta los hombros y sus ojos casi inconcebibles. Definitivamente el era el hombre de sus sueños… se sentó a su lado atónito igual que ella, y la miró con detenimiento, ella pudo ver sus delgados y lisos labios muy cerca de su pelo, él bajó la mirada y la sostuvo frente a los temblorosos ojos de Sara, ella quería decir algo cualquier cosa, con tal que el momento no desapareciera pero su cerebro no parecía atender a sus deseos, el tomó lentamente su mano y se dejaron caer en la hierba, mirando el cielo puramente azul y quieto, de pronto él se levanto, y acercó sus labios a los de Sara, iba a besarla, seguramente era el sueño más romántico que ella nunca tuvo, se acercaba, sentía su calor, de pronto él comenzó a alejarse lentamente por la hierba, en su rostro se notaba el desconcierto, un dejo de angustia, se arrastró involuntariamente girando en la hierba hasta el árbol que poco antes había nacido, cuando estuvo junto a él, se puso de pie y se dispuso a volver donde Sara pero de un momento a otro, el árbol desapareció, y el joven junto al árbol.

Esa mañana de domingo, Sara se levantó lentamente si poder olvidar el sueño, y por sobre todo sin olvidarlo a él, representaba todo lo físico que le agradaba en un hombre. Fue hasta el baño en silencio y se miró un largo rato en el espejo. Allí estaba ella, con su rostro blanco su nariz delgada, su boca rojiza y sus grandes ojos cafés, el pelo lacio y negro nunca se revolvía durante la noche, ahora estaba justo como ayer, liso hasta la cintura, se miraba como si nunca antes se hubiese visto, como si nunca antes hubiese reparado en su belleza, Sara había cumplido años un par de días atrás, 18 años de incomprensión y sufrimiento. Ella nunca comprendió a la gente, y la gente nunca la comprendió a ella, no tenía muchos amigos, ninguno decía ella, se juntaba a diario con un numeroso grupo de personas en las cuales no confiaba, volvía a su casa cansada y fría, comía sola en su habitación, leía lúgubres libros y veía aún más lúgubres películas, lloraba a diario, y cuando sentía que el mundo no cabía sobre su espalda, y sentía que moría o que necesitaba desahogarse, hacia cosas de las ke se arrepentia mas tarde.

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