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En un mundo lleno de cosas vivas y palpitantes es imposible guardar todos mis pensamientos para mi...

Es por eso que e decidido...compartirlos...

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Atte Initius E. Lucis

Detras de la escalera (cap IV)

Author: Gen ~ /

IV. El verdadero guardián

- ¿Y que es lo usted que perdió señor guardián?- dijo Sunniby con todo de detective
- Una llave, hace mucho, pero no señorita dulce, yo no soy el guardián, yo soy el portero, y como soy portero necesito llaves, porque un portero abre puertas y solo las llaves abren las puertas que un portero necesita abrir, no he abierto una puerta desde que perdí la llave, pues tengo solo una puerta que abrir, pero esta cerrada.
- ¿Y cómo era su llave señor portero?- Dijo Sunniby.
- Era dorada, larga y brillante, y tenia muchos dibujos sobre ella- Paulo pensó que podría ser la suya, la busco en el fondo de su bolsillo, y ahí estaba, la sacó y la puso a la altura de sus ojos.
- ¿Será por casualidad, esta la llave que busca señor Portero?- Dijo Paulo con tono de triunfo. El nunca pensó que una aventura fuese tan fácil.
- ¡Si! Justamente es esa- Se la quitó de las manos y se puso colorado de felicidad, pero el ceño fruncido no desapareció. Entonces silbó con los dedos en la boca, y algo se movió entre los árboles, algo grande, a Paulo le pareció un ascensor o algo parecido, pero no subía, andaba de frente.- ¡Vamos! Todos arriba, los llevaré aquí por ayudarme a encontrar la llave, vamos, los llevo a la entrada- Paulo y Sunniby subieron, y al momento la cosa comenzó a andar rápidamente por entre los árboles y los arbustos- Yo lo llamo Transportador- dijo el Señor Portero- Lo encontré tirado por allí, y me resultó útil- Paulo pensó, que el Señor Portero no tenia creatividad para poner nombres.

Anduvieron rato y más rato por entre árboles y más árboles. Pronto llegaron a una gran puerta de metal, entonces el Transportador se detuvo, y bajaron de él, al momento el Transportador se puso en marcha solo y se perdió entre los árboles.

El pequeño Señor Portero, caminó decidido hasta la gran puerta de metal oxidado, sacó la brillante llave de su bolsillo, la metió en la gran cerradura oscura, y empujó, la gran puerta apenas si se movió.

- Vengan, ayúdenme hace tanto que no abro ninguna puerta que ya no tengo fuerzas como antes- Entonces Paulo y Sunniby le ayudaron, lentamente abrieron un espacio por el que cabían sin problema los niños- Yo no los acompaño más, tengan cuidado con el guardián puede ser muy fiero, pero si es un buen día, no tendrán problema alguno- Paulo quiso que este fuese un buen día para el guardián, pues había sido todo tan fácil, a Paulo no le gustaba esforzarse mucho, porque el era un niño tranquilo y esforzarse significaba exaltarse un poco.
- Pero, ¿qué cosa es el guardián?- dijo Sunniby
- Ah…pues eso depende del día también.

Y Paulo y Sunniby entraron por la puerta, había un sendero, con flores, pasto verde y una cerca amarilla en el borde. Más allá de esa cerca amarilla se extendía algo como un desierto, nada podría vivir allí. Un poco más allá se avistaba un bosque bastante tenebroso.

- ¿y como se supone que sepamos cuando lleguemos?- dijo Sunniby
- Pues, algo no los dirá ¿no crees?- Respondió Paulo.

Caminaron hasta el tenebroso bosque en medio del desierto. Los árboles estaban secos, habían arbustos muertos, hojas caídas y nada de vida, Sunniby, llevaba a Paulo tomado por la correa del pantalón del pijama. Paulo estaba atento a todo, el ambiente hacia que su tranquilidad normal desapareciera, estaba agitado y sudaba. Tropezaban con las raíces muertas de los árboles, y de vez en cuando rozaban con una rama seca, Paulo se raspaba a veces las heridas que se había hecho al caer del árbol. La luz desparecía a tramos, y hacia crecer la expectativa de que algo terrible ocurriría. Paulo de pronto comenzó a sentir la sensación de que algo los seguía, de vez en cuando sentía brisas por la cabeza y por entre los pantalones que le hacían temblar, sentía a Sunniby temblar también a veces. La luz disminuía de a poco, de pronto vio algo por el rabillo del ojo. Algo oscuro se movía por entre los árboles, después algo oscuro se movía por entre los árboles del otro costado, luego por detrás de ellos, luego se cruzaba con ellos, Paulo sin querer había apurado el paso, arrastrando a Sunniby de la mano. Casi corrían ya, tropezaba pero no le importaba, el largo pelo de Sunniby que correteaba a su lado le tocaba los rasguños de las manos, pero no le importaban, tenia susto y tenían que salir de allí, seguro que no era un buen día para el guardián.
Corrieron, todavía la cosa negra correteaba por aquí y por allá. De pronto:

- Aghhh!!!- Sunniby tropezó y calló entre unas grandes raíces muertas, Paulo se volvió para recogerla. Lo hizo, y al voltear, algo estaba andando hacia ellos.

Era algo alto y delgado, sin duda una figura humana, una figura femenina, siguió andando lenta y pausadamente, parecía flotar, venia en total oscuridad. Paulo y Sunniby no se movieron de donde estaban parados. Cuando la persona llegó a la luz, resultó ser una mujer hermosísima, muy alta y delgada, tenia cabello negro trenzado sobre el hombro, y llevaba un largo, viejo y rotoso vestido blanco. Rostro delicado, labios rojos, y ojos claros como el agua. Los miró un largo rato con ojos penetrantes, haciéndolos quedar como en trance. Abrió la boca, Paulo pensó que una mujer tan hermosa debía de tener una hermosa voz, pero todo lo que salió de la garganta de la mujer fue un horroroso chillido, a Paulo le recordó a un perro cuando se le pisa la cola. Paulo tiró de Sunniby por el brazo y comenzó a correr de nuevo. La mujer les seguía muy de cerca, chillando cada vez más fuerte, Paulo giraba de pronto para mirar la cara de la que había sido una hermosa mujer, ahora estaba totalmente transformada, la boca abierta imposiblemente dejaba ver dientes afilados, había palidecido, la trenza había desaparecido y el pelo al viento se alborotaba. A Paulo que era un niño tranquilo esto no le gustaba para nada.
De pronto algo sucedió, de los árboles nacieron hojas y flores, la luz entró por arriba, las raíces se escondieron en el suelo, los arbustos revivieron, y todo cambió. Paulo y Sunniby pararon en seco, pues como todas las raíces se escondían el suelo tembló, se giraron para buscar a la horrible mujer, y en su lugar encontraron un tierno cachorro de lobo, gris, peludo y esponjoso, de ojos grandes y bondadosos, que brincaba entre las flores que nacían aceleradamente del suelo. Paulo pensó que el día del guardián acababa de arreglarse. El cachorro los miró y alegre comenzó a correr adelante, Paulo y Sunniby lo siguieron.

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